viernes, 4 de julio de 2014

Afectaciones

Nada más antipático que el afán por hablar en difícil que ostentan los literatos. Nada más inútil que rumiar en torno a lo que no puede terminar de explicarse a través de la razón. Si la adopción de este código persiste después del pre-grado es porque sus usuarios han terminado por suscribir su conversión en momias. La voz de un literato ya no es voz sino discurso, la oración que escribe no oración sino enunciado y el libro que lee ya no libro sino texto. Si las víctimas de esta herramienta de distinción no logran desvendarse a tiempo serán los únicos responsables de la fetidez verbal que dejen como herencia.


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